La tribuna vive de pie, se queda de pie. El 2-0 es como el toque de arrebato. Y el 3-0 certifica el manicomio de una selección mexicana transfigurada en el descanso.

La tensión es masticable. Porque México quiere más sangre, como aquella, la derramada en el 7-0 de la Copa América Centenario, y porque Chile empieza a sacudirse el disfraz de víctima, lo cual corrobora con el remate de Nico Castillo, para ese 3-1 que le es abucheado hasta por americanistas.

Con 15 páginas en blanco por delante, Gerardo Martino saca a sus dos mejores hombres en el complemento. Chicharito Hernández entra por Raúl Jiménez y Eric Gutiérrez por Andrés Guardado. Y a los 82, en un júbilo desbocado, despiden a Lozano, para el ingreso de Diego Láinez.

Con forcejeos compartidos, pero sin asomo claro de superioridad, el trámite se consumó con un gol anulado a Javier Hernández al ’91. México ahora se enfrentará el martes a Paraguay, en Santa Clara, en el estadio de triste memoria.

Con información de ESPN