*Indiscutiblemente que los priístas tratarán de recuperarse en la elección federal del próximo 2018, pero en el PRI no han aprendido a trabajar en unidad, a cohabitar y compartir las posiciones, la elección pasada fue una clara muestra de su división, en donde la traición, la simulación y el protagonismo fueron la constante
*Los sectores y organizaciones, no operaron como suelen hacerlo los priístas, “recularon” en lugar de redoblar esfuerzos, nunca se pusieron de acuerdo el “sandovalismo” y los “cotistas”
El PRI en Nayarit atraviesa por una clara crisis de división después del fracaso electoral del pasado 4 de junio, aunque a pesar de la derrota continúa siendo un partido fuerte, ya que resumidamente en el caso particular de nuestro Estado, el tricolor es la balanza política para que la próxima administración del empresario Antonio Echevarría García logre asegurar la estabilidad, crecimiento, obra pública, paz social y gobernabilidad.
Y es que así digan otra cosa los recalcitrantes opositores a ultranza del priísmo, abonándole “leña al árbol caído”, con un sin fin de señalamientos, principalmente por parte de identificados “influencer facebookeros”, (como les llamó Javier Castellón), la realidad es totalmente distinta, ya que indiscutiblemente que el mandatario electo, forzosamente tendrá que negociar con el PRI el presupuesto federal del próximo año, si es que no lo hizo ya con el propio Presidente de la Nación Enrique Peña y el Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, así como con la Comisión de Presupuesto de San Lázaro, también en manos de los priístas.
Así que está por demás cualquier intento de “linchamiento” hacia el PRI, tratando de confundir a la opinión pública, para que al igual que en la campaña y a través de una intensa guerra sucia, continuar asociando a este partido con el asunto del ex Fiscal Edgar Veytia, así como con las presuntas acciones de corrupción del todavía Gobernador Roberto Sandoval, que dicho sea de paso se han ventilado en algunos medios de circulación nacional; incluso el máximo del absurdo es culpar a los tricolores de la ola de violencia que ha azotado a la capital Tepic, (en donde el mando es del PAN-PRD), cuando es una guerra de carteles por el control del narcomenudeo, que tiene como origen muchos factores.
El asunto está más que claro, que el Comité Estatal del PRI quedó en manos del excandidato y Senador Manuel Cota Jiménez, así como todas las Delegaciones Federales, a las que les queda poco más de un año de ejercicio gubernamental, un movimiento totalmente obvio que no debe extrañar, así que no nos extrañe que los próximos candidatos serán de este grupo, y como equilibrio, la “nomenclatura” dejó la Coordinación de la bancada legislativa en el “sandovalismo”, con Juan Carlos Ríos Lara al frente de los diputados priístas, lo que causó también una obvia y normal inconformidad entre los más recalcitrantes “cotistas”, ya que acusan al ex dirigente del tricolor Ríos Lara y al propio Gobernador Roberto Sandoval de no haber hecho lo necesario para hacer ganar a los candidatos de su partido.
Indiscutiblemente también que los priístas tratarán de recuperarse en la elección federal del próximo 2018, que será altamente competitiva por que se elegirá al Presidente de la República, Diputados Federales y Senadores, por lo que forzosamente tendrán que postular a cinco candidatos altamente rentables, la tarea será titánica, ya que el triunfo de Antonio Echevarría con la alianza del PAN-PRD-PT estará aún fresca.
Seguramente las huestes “toñistas” aventarán toda la carne al asador para refrendarse, aunque ya con posiciones diferentes, pues habrá que esperar si jugarán nuevamente aliados, porque para el caso del PT, ya dijo se van con Andrés Manuel López y los perredistas andan confrontados entre quienes quieren una alianza con el PAN y otros con la izquierda. Esto le abre una posibilidad al PRI Nayarit para aspirar a ganar por lo menos un distrito de los tres en disputa y las Senadurías, que de perder la fórmula aseguran un Senador por primera minoría.
Pero en el PRI no han aprendido a trabajar en unidad, a cohabitar y compartir las posiciones, la elección pasada fue una clara muestra de su división, en donde la traición, la simulación y el protagonismo, fueron la constante, ya que los sectores y organizaciones, no operaron como suelen hacerlo los priístas, “recularon” en lugar de redoblar esfuerzos, nunca se pusieron de acuerdo el “sandovalismo” y los “cotistas”.
Al final esta evidente división, sumado a la fuerte e inevitable efecto de la caída de ex Fiscal y los sonados casos de corrupción de exgobernadores del PRI, fueron una loza muy pesada para los tricolores; aunque nosotros tenemos nuestras dudas pues de los tres Estados en disputa, pues el más pequeño se perdió, menos de un millón de votantes como lo es Nayarit; para darnos una idea, nuestro Estado en votos a nivel nacional, representa lo de un distrito del Estado de México o de Jalisco, aun así perdieron, por lo que me suena más a traiciones de los propios grupos priístas.
En este marco el canibalismo priísta, promovido e impulsado por todo tipo de líderes “miopes”, entre alcaldes, diputados, regidores o funcionarios de partido, que no se dieron cuenta de que por sus egos, envidias, ambiciones, falta de unidad, ideología, principios e identidad de partido, de no reconocer que un partido es una suma de expresiones, tal como lo concibió en 1929 el fundador del PNR Plutarco Elías Calles, para que las diferentes fuerzas políticas del país, no estuvieran dispersas y en permanente pugna por los espacios, y fue que impulsó entonces precisamente la creación del Partido, para aglutinarlas en un solo frente haciéndose cargo del poder político en el país.
La derrota del PRI también fue resultado de los caprichos de algunos de estos “gobernantitos de rancho”, (que ya se van) que pretendieron “entronizarse” en el poder y convertirse en caciques, por querer continuar medrando y dilapidando las “tronadas” finanzas de las tesorerías, haciendo jugosos negocios al amparo del poder, con pésimos asesores jurídicos, políticos y financieros, así sea desgranando la unidad del partido que es lo que menos les importó. Todos ellos, como José Gómez en Bahía de Banderas, se irán sin pena ni gloria, ya que traicionaron a su partido, pero están equivocados si creen que continuarán medrando y haciendo negocios a amparo del poder. Eso no pasará, los mandarán a soplar burros por el pivote, apuesto pesos contra tostones. Al tiempo.
Estos “malos priístas”, en todos los municipios fueron contrarios a la premisa política que dio origen al ahora PRI que mencionamos líneas arriba, (porque desconocen su historia, son unos burros) pero también contravinieron el discurso anticorrupción, de su dirigente nacional Enrique Ochoa Reza, quien desde hace tiempo marcó una línea para realizar una limpia de gobernantes corruptos en los tres niveles de gobierno, pero además llamarlos a cuentas ante la justicia, reconociendo que son la principal causa de la debacle de su partido, muy tarde llegó a Nayarit ese discurso. No le hicieron caso y se compitió con “malos candidatos” salvo honrosas excepciones.
Los principales actores políticos del PRI en el Estado deben reconocer en donde están parados, respetar la institucionalidad de las reglas no escritas que han caracterizado al PRI históricamente, las encuestas y la comunicación política, con las herramientas metodológicas científicas aplicadas correctamente no fallan, son muy certeras, el ejemplo de enfrente les debe servir de lección, Antonio Echevarría García ganó con un margen que ya habían arrojado los sondeos de opinión, si quieren aspirar ganar por lo menos un distrito en el 2018, deben ajustarse a ellas, sin caprichos ni ambiciones. De no hacerlo, nuevamente el fantasma de la derrota ronda en el PRI para la próxima elección federal. Este es el dilema del PRI y de Enrique Díaz, su nuevo dirigente en Nayarit. Va.
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