• Terminó el sueño neoliberal de la tecnocracia, de un capitalismo salvaje, que inició en el mundo con Ronald Reagan y Margaret Thatcher. En México con Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari.
La economía es una ciencia social, histórica y multidisciplinar, no es una ciencia exacta, la econometría solo es una rama que utiliza herramientas matemáticas y estadísticas para estimar las relaciones entre variables económicas a partir del análisis de datos, claro que puede comprobar hipótesis y pronosticar el comportamiento de una economía, pero no es exacta. Con esta pandemia del COVID 19 sin duda queda demostrado, incluso marca una línea de separación de un antes y un después, porque definitivamente que estamos a la entrada de un nuevo paradigma económico.
Y es que se derrumbó el neoliberalismo, que privilegió los modelos, los números, los pronósticos, las estadísticas, simplemente el Coronavirus lo entierra, ya que las bolsas de valores se desploman, las acciones se hunden, el dólar se dispara, el precio del petróleo sucumbe, millones de empleos se pierden, las empresas cierran, las micro desaparecen, la auto regulación del mercado no pudo mantener el equilibrio de precios, que nunca ha sido equitativo, incluso desde antes los niveles de bienestar y la riqueza se concentraron en una capa minoritaria ante una cada vez más creciente pulverización de la clase media.
Los economistas tecnócratas del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y los gobernantes de los países neoliberales dirigidos desde Washington fracasaron, porque también dejaron de lado el desarrollo comunitario, que a través del estudio de las relaciones humanas, que al mismo tiempo son relaciones de producción, eran la alternativa más viable para encontrar soluciones y resolver las crecientes necesidades, los tecnócratas se equivocaron, se les olvidó que la Economía es una “Ciencia Social” y no una “Ciencia Exacta”.
Hasta los planes de estudio cambiaron en las universidades para enfocarse en las finanzas, la econometría, los modelos, se le dio al traste a la formación académica para la elaboración de proyectos innovadores de intervención social, participación y comunitarios, desde el ámbito técnico y científico para realizar investigación económica, antropológica y sociocultural, bajo el enfoque del desarrollo sustentable y sostenido, con el fin de responder a las interminables demandas sociales, a la que se debe de retornar, creo que “las escuelas de economía se quedaron sin alumnos por esta razón”.
Aunque ninguna economía está diseñada para no funcionar, el mercado tal como lo concibe el neoliberalismo simplemente no pudo, fueron más los “fallos de la economía” que las ventajas, la pandemia únicamente puso al descubierto la realidad, fue el tiro de gracia. Si hubiera altos niveles de bienestar, las familias tendrían ahorro, las micro, pequeñas y medianas empresas de actividades no esenciales tuvieran fortaleza financiera, si los obreros y campesinos gozaran de altos beneficios laborales, no tendrían impedimento de sacrificarse tres meses de vivir en confinamiento, el “Quédate en Casa”, pero no, son miles los que viven al día y tienen que salir a buscar el sustento, arriesgándose al contagio.
En este marco de crisis, las empresas y los trabajadores, piden a gritos ayuda del gobierno, todos quieren la intervención del Estado para “reactivar la economía”. El Coronavirus logró lo que era imposible en el Neoliberalismo, ya que los gobiernos en todos los países están invirtiendo recursos, recurriendo a la deuda pública para el sostenimiento de las empresas y el sustento de sus ciudadanos, el gasto público aumenta en el mundo, se elevan los déficit, son políticas keynesianas que sin ellas no se pudiera enfrentar la pandemia, pero nadie se inconforma, por el contrario hay irritación contra el gobierno si no lo hace.
Por lo tanto, gana esta partida John Maynard Keynes y su “estatismo”, pierde el Neoliberalismo y Milton Friedman, la hecatombe económica del Covid 19 lo extermina definitivamente, la «mano invisible» de Adam Smith, ya no lo es tanto, que en realidad son capitalistas con nombres y apellidos. Las fuerzas del mercado por sí solas no pueden, porque simplemente, para evitar un mayor desastre en la pérdida de empleos, cierre de empresas y el hambre, indiscutible que el Estado tiene que intervenir para reactivar la economía, todo lo contrario a los postulados del Neoliberalismo.
Ahora todo apunta que para la reconstrucción económica, será a partir del Estado como se diseñe un nuevo orden económico, con mayores proyectos de desarrollo comunitario, de distribución de la riqueza más equitativa, con menos explotación a la clase trabajadora, que es la que crea la riqueza, que con una verdadera aplicación de las leyes, se garanticen los equilibrios, las inversiones productivas, el encadenamiento de los sectores de la economía, primario (agricultura, pesca, ganadería), secundario (industria) y terciario (servicios), pero al mismo tiempo resolviendo los problemas sociales.
Existe consenso sobre la necesidad de intervención del Estado en la economía, ahora el problema será la magnitud de esa intervención, ya que el reto es que solucione en la mayor medida posible los fallos del mercado, sin generar despilfarro, ineficiencia y corrupción, algo que ya vivimos en México después de la época del Desarrollo Estabilizador, en donde el crecimiento promedio fue de 6.8%, la producción industrial creció 8% y la inflación solamente fue 2.5 por ciento, las economías desarrolladas crecieron 4% anual, en ese entonces nuestro país sí pudo participar de la bonanza, esto desde 1950 hasta 1970, año en que el “estatismo” se convirtió en “populismo”, que creó empresas que hundieron a México hasta la llegada del Neoliberalismo.
Ya es hora de regresar a la economía su carácter de ciencia social, que identifique necesidades y demandas de una comunidad, utilizando métodos de intervención y acción para proponer estrategias de desarrollo regional, que fortalezca los procesos educativos para la comprensión, reflexión y análisis del ámbito social, cultural, integrando propuestas y políticas públicas, en beneficio de la sociedad, diseñando planes de acción que atiendan a las necesidades prioritarias y que contribuyan a elevar los niveles de bienestar.
Por lo pronto, con el Coronavirus, se terminó el sueño neoliberal de la tecnocracia, de un capitalismo salvaje, que inició en el mundo con Ronald Reagan y Margaret Thatcher. En México con Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari.
(Nota. En la fotografía que acompaña este editorial: John Maynard Keynes, economista británico, figura catalogada como uno de los más influyentes del siglo XX. El keynesianismo se basa en el intervencionismo del Estado, defendiendo la política económica como la mejor herramienta para salir de una crisis económica. Sus postulados se fundamentan en aumentar el gasto público para estimular la demanda agregada y así aumentar la producción, la inversión y el empleo).
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