Periodismo no es nada más criticar destructivamente a los gobernantes

Periodismo no es nada más criticar negativa y destructivamente a los gobernantes o a quienes dirigen cualquier organización que maneja recursos públicos, mucho menos son periodistas quienes a través de la sombra del anonimato, que facilitan las redes sociales, atacan sin ton ni son, especulando y difamando sin fundamento, valiéndose únicamente de la imaginación, que confunden con «periodismo de investigación», muchos “opinadores feisbukeros” se “cuatrapean” con los conceptos de “Libertad de Expresión” y “Libertad de Prensa, ésta última asociada exclusivamente al periodismo con sus diferentes géneros y los medios de comunicación social.

Estos confundidos y recalcitrantes opinadores, (que no son periodistas, muchos creen que lo son, y hasta “chayotes” quieren cobrar), se vaglorean, abusan pomposamente el uso de su derecho a la «libertad de expresión», cuando en el fondo, la mayoría de estos «criticones», padecen marcadas frustraciones por privilegios perdidos, ya que algunos, en el pasado cobraron en las nóminas o recibían jugosos incentivos, otros más porque no han podido ser «asesores» o «succionar» de la ubre del gobierno, cada vez más acotado en el pago a “influencer”, otro tanto porque los proyectos políticos que han apoyado simplemente no han ganado ni una cuadra de un pueblo en las elecciones.

Ésta marcada frustración, por no poder someter a la opinión pública sus «dichos”, aunque se crean soberbiamente intelectuales con la razón absoluta, es la que los motiva a estar dale y dale y dale, en contra de las autoridades o actores de la sociedad, del gobierno, de empresa, de la política o la cultura, pero esto es porque sus juicios y raciocinios son falsos e incorrectos.

Tampoco es verdadera la crítica de aquellos columnistas que se sienten «vírgenes», que realmente se creen el cuarto poder, “que no cobran” -según-, aunque luego fluyen las historias de su paso por las tesorerías, -por lo regular a nombre de otras personas-, cuando en estos menesteres del “periodismo” todos sabemos que no en todas, logran cobrar sus convenios por lo que escriben.

En la actualidad “opinadores hechos al vapor de las redes sociales”, cobran “por compartir y hacer posteos malhechos en el feis”, incluso algunos conocidos periodistas, de todas las latitudes y niveles, recurren a esta práctica de “posteos” buscando “likes” como medida de “influencia”, cuando lo que realmente importa, es la construcción de mensajes que modelen la opinión pública, escritos con el uso correcto del lenguaje de los géneros periodísticos, que no todos dominan y conocen.

Y es que, únicamente la verdad expresada con lógica es la que convence a la opinión pública, eso sí la verdad de cada quién, a final de cuentas es el lector el que decide que columnista leer, que noticiero escuchar, se analizan las diferentes versiones, se comparan y es cuando se forma la opinión pública, que es la que contribuye al surgimiento de una verdadera libertad de expresión y libertad de prensa, producto de la democracia.

La manera de ser y de actuar de un individuo está en relación con su modo de pensar; cuando el comportamiento de la persona no pasa del ámbito privado, no interesa como objetivo de crítica periodística, pero cuando sus acciones u omisiones tienen lugar en el seno de la comunidad, o repercuten de una u otra manera en la interrelación de la vida social, transitan al ámbito del interés público.

La justipreciación de la vida, acciones y obras de quien se trate, queda al criterio de los individuos que lo juzgan según su cultura, su información, su status social, su gusto o su interés; esto es a lo que se le llama la crítica que puede resultar favorable o desfavorable, certera, valiosa, equivocada o insignificante, digna de crédito o no, y es inherente a toda manifestación cultural en todos los ámbitos. Cuando un gobernante o político está haciendo las cosas bien, también debe reconocerse, reitero, periodismo no solo es criticar o descalificar, sino también resaltar lo correcto.

La libre expresión de las ideas, así como las simpatías ideológicas y políticas, no deben ser motivo para el encono y confrontación social, en una democracia, por garantía de la Constitución, es el ciudadano quien con su voto decide imponer a sus mandatarios, eso debe respetarse sin llegar a la ofensa y desacreditación, como muchos confundidos (que se creen periodistas) lo hacen a través de las redes sociales.

La persona pública siempre estará sujeta a la crítica y a la censura, quienes no lo entiendan, pues que sencillamente se vayan a su casa a descansar, no andan en la religión ni son curas, ni la Madre Teresa de Calcuta o el Papa Francisco, andan en la política, manejan recursos públicos y por lo tanto se les debe criticar, ya que a muchos no les gusta que los toquen con ni con el pétalo de una rosa, son muy intolerantes, a estas alturas de la democracia en México, que tanto alardean muchos de estos gobernantes y políticos de todos los niveles; debe terminarse pero de ya,  el ejercicio del poder con marcados tintes de autoritarismo así como de intolerancia hacia la crítica periodística.

Finalmente: los políticos cuando son aspirantes a los cargos públicos, a los primeros en llamar son a los trabajadores de los medios de comunicación, columnistas, cartonistas, fotógrafos y hábiles reporteros para que les redacten “boletines”, pero contrariamente cuando traen dinero o llegan al poder del Estado en sus tres niveles, lo »último que pagan» es precisamente a la prensa que necesitaron y utilizaron; igualmente cuando no tienen dinero lo primero que dejan de pagar es también prensa, piden hasta fiado en las campañas, “cuando llegue te va ir bien” es la cantaleta de siempre. Ya no les crean. Va.

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