El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio la noche del 30 de enero en el Capitolio su primer discurso sobre el estado de la Unión. Y aunque tuvo momentos punzantes y afirmaciones que resultaron polarizantes y hasta ofensivas para ciertos grupos, se trató de un mensaje en el que el mandatario estadounidense trató de mostrarse dialogante y propositivo, mesurado en su discurso y dispuesto a lograr entendimientos en varios aspectos clave para el futuro del país.
No lo logró cabalmente, y su discurso estuvo lleno de claroscuros en los que sus palabras y promesas contrastaron con sus acciones y su trayectoria durante su primer año de gobierno, pero ciertamente adoptó un mensaje menos catastrofista y ligeramente incluyente en comparación, por ejemplo, con el oscuro diagnóstico en el día que asumió la presidencia estadounidense. Mucho de esa relativa ‘moderación’ tiene que ver con que 2018 es un año electoral en el que el actual control republicano del Congreso podría ser alterado. Cinco puntos clave destacan en el discurso del estado de la Unión de Trump.
1. Exaltación económica
Trump festinó el crecimiento económico, del empleo y de la bolsa de valores que ha tenido lugar durante su administración y se dio pleno crédito por ello, sin reconocer que mucho de esos avances son continuación de tendencias iniciadas durante el gobierno de Barack Obama. Con todo, exaltó que el desempleo se sitúa en niveles significativamente bajos, la creación de una cantidad muy importante de plazas laborales, la reciente reforma fiscal que recorta impuestos a gran parte de los estadounidenses (sin aludir, con todo, al boquete que eso creará en el déficit), la controversial eliminación del mandato de tener seguro médico que era uno de los pilares de la ley de salud ‘Obamacare’ y en general trazó una situación de prosperidad a la que debe seguir, de acuerdo al presidente, un acuerdo bipartidista para generar 1.5 billones de dólares para desarrollo de infraestructuras.
2. Patriotismo y populismo
En su mensaje el presidente agradeció con énfasis a militares, policías y otras fuerzas del orden y a los veteranos estadounidenses, a quienes mostró como ejemplos a seguir y motivo de orgullo nacional. De igual modo, exaltó símbolos como la bandera y el himno nacional (en sintonía por su reproche a quienes realizan protestas en las ceremonias cívicas) y planteó, en paralelo, su idea de que su gobierno y en general los éxitos históricos de Estados Unidos han tenido que ver por la acción general de sus habitantes, de sus trabajadores y de sus fuerzas armadas, en un mensaje que mezcló patriotismo y populismo para legitimar las posturas de su administración. El recurso al orgullo nacional y el respeto a las fuerzas del orden público y a quienes han actuado para proteger a la población ante desastres naturales (huracanes, incendios y otros fenómenos sufridos en 2017) y a que el interés de las clases trabajadoras es primero resulta, así, una vía por la que Trump busca colocarse como un paladín de la unidad nacional con la que quiere legitimar sus acciones y planteamientos.
3. Claroscuros ‘bipartidistas’
Trump buscó presentarse como un benefactor e impulsor de la negociación bipartidistas para alcanzar acuerdos en los que ambos partidos deben ceder para situarse en un punto intermedio de beneficio general. Así, exaltó políticas que han sido defendidas fuertemente por los demócratas y desdeñadas o desoídas en el pasado por los republicanos, como la licencia familiar pagada para que padres y madres puedan pasar tiempo remunerado al tener un hijo o vivir un momento familiar significativo; la reforma del sistema de justicia para resolver las lacras de un encarcelamiento masivo y muchas veces excesivo o injusto (que afecta especialmente a las minorías) y permitir una segunda oportunidad a quienes han cometido delitos; la atención de la grave epidemia de adicción a opiáceos mediante una combinación de ayuda a los adictos y desarticulación de los traficantes y proveedores de sustancias ilícitas; y el ofrecimiento de una vía a la ciudadanía para los jóvenes ‘dreamers’, indocumentados que llegaron a Estados Unidos de niños traídos por sus padres. Empero, sobre todo en el caso de la inmigración, su plan para dar una solución al drama de los dreamers se envenenó por una nueva estigmatización de los inmigrantes implícita al plantear el tema de los indocumentados y la seguridad fronteriza mediante el ejemplo de los delitos de las condenables pandillas como la MS13 y al denostar y pedir la mutilación de las vías de reunificación familiar de los inmigrantes legales. Quizá Trump buscó con ello ofrecer una opción a los demócratas mediante la opción de ciudadanía en 12 años para los dreamers mientras da a su base de derecha radical un mensaje de contención antiinmigrante, pero en ese sentido posiblemente más que tender puentes de entendimiento solo dejó malestar en ambos campos.
4. Prioridad a la noción de seguridad y poder
Trump defendió la noción de que incrementar al máximo posible el poder militar estadounidense es el mejor disuasor y, en su caso, neutralizador de amenazas como el terrorismo, regímenes amenazantes y hostiles como el de Corea del Norte y rivalidades punzantes (aludió, al respecto, brevemente a Rusia y China). Pidió, por ello, que se financie al máximo y con montos mayúsculos a las fuerzas armadas, exaltó que se ha logrado mermar sustantivamente al Estado Islámico en sus bastiones de Irak y Siria y prometió continuar la aniquilación de ese grupo y del terrorismo en general. Destacó también su plan de mantener la base de Guantánamo para recluir en ella a terroristas y reiteró su severa crítica a los regímenes de Irán, Cuba, Venezuela y sobre todo Corea del Norte, al que consideró un despiadado opresor de su propia población. En un golpe a la ONU por el rechazo de la mayoría de sus miembros al reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, Trump dijo que los miles de millones en recursos que fluyen desde Estados Unidos a labores de cooperación internacional solo irán ahora a naciones “amigas”, lo que en su lógica se entiende ominosamente como aquellos países que se plieguen a los deseos o posiciones de su administración.
5. Las mayores omisiones
Aunque en un breve momento Trump reconoció, en su exaltación de figuras clave en la historia estadounidense, a Martin Luther King, su discurso fue notorio el silencio ante lacras como el auge de los grupos racistas, xenófobos, neonazis y supremacistas blancos que ha tenido lugar durante su gobierno. Tampoco aludió a las severas tensiones raciales, catalizadas con frecuencia por sus propias declaraciones ofensivas, que se vive en el país, ni al hondo clamor social en contra del acoso y el abuso sexual (de lo que el propio Trump ha sido acusado) y en favor de un control de armas para frenar masacres devastadoras y trágicas como las sucedidas en Las Vegas o en una iglesia de Texas. Por añadidura, Trump omitió por completo la investigación y el escándalo por la injerencia electoral de Rusia, que ha consumido a su administración y que es uno de los temas de tensión política mayores del momento, ni aludió a las políticas de protección medioambiental y contra el cambio climático que su gobierno ha ido desmantelando, pese a que la preservación de los ecosistemas y la protección del planeta en un imperativo para el bienestar de las generaciones futuras.
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