En Bahía de Banderas vuelve a circular el nombre de Mirtha Villalvazo, hoy vinculada a proceso por diversos delitos, entre ellos la privación ilegal de la libertad.
Aunque su futuro político es prácticamente nulo —pues todo apunta a que, tras este proceso legal, quedará inhabilitada para ocupar cualquier cargo público— su regreso no sería para buscar puestos, sino para algo mucho más incómodo: cobrar facturas pendientes.
Y si alguien debería estar especialmente preocupada, esa es Lia Díaz de León, su comadre y, ahora, rival política. Durante los seis meses en que estuvo al frente de la administración, Lia se dedicó sistemáticamente a desacreditar a Mirtha, a marcar distancia y a borrar toda huella de su influencia. Pero en política los quiebres personales suelen tener consecuencias, y quienes conocen a Mirtha afirman que le tiene un “pollito guardado”, uno que estaría dispuesta a cobrar con gusto.
¿Ustedes recuerdan cómo literalmente corrió de la Presidencia del DIF a la hermana de Mirtha?
A este escenario se suma el activismo jurídico de Daniela Sahagún, quien ha ingresado diversas denuncias contra exfuncionarios cercanos a Lia Díaz de León. ¿Qué pasaría si Mirtha decide aportar información, documentos o testimonios que enciendan aún más esas carpetas? ¿Qué nombres podrían emerger? ¿Qué estructuras quedarían al descubierto? ¿Cuántas decisiones internas, contratos, favores o acuerdos saldrían a la luz si Mirtha decide hablar?
Porque Mirtha ya no tiene nada que perder políticamente. Pero sí podría ganar algo: la satisfacción de hundir a quienes considera responsables de su caída.
¿Está Bahía de Banderas lista para el tsunami político que provocaría una Mirtha Villalvazo dispuesta a contarlo todo?
Y peor aún:¿Está lista Lia Díaz de León para enfrentar a una comadre convertida en su peor enemiga?
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