El Taller Municipal de la rapiña

Cuando uno piensa en corrupción en el servicio público, la imaginación nos lleva a maletines abultados de dinero, casas y autos de lujo adquiridos por funcionarios “clasemedieros” que difícilmente con sus sueldos podrían comprar, pero no, aquí en Bahía de Banderas, un saqueo muy descarado no se dio en la cúspide del poder, sino en el modesto Taller Municipal, pero no fue cualquier pillaje: se trata de un atraco tan grotesco y burdo que sólo puede explicarse con una palabra: desvergüenza.

Y es que a la sombra del breve gobierno de la exalcaldesa Lía Castro, lo que debería ser un espacio dedicado al mantenimiento y cuidado del patrimonio municipal, fue convertido en el botín de unos cuantos “pillines”, ya que el nuevo titular del taller Rafael García, designado por el presidente Héctor Santana García, ha destapado una “cloaca” que no puede más que provocar indignación, unidades de reciente modelo, del 2022 en adelante, que operaban como patrullas y vehículos de apoyo, fueron prácticamente desmanteladas en los últimos días del periodo de la expresidenta; sin duda el anterior responsable del taller y cómplices, porque seguramente no lo hizo solo, cual cirujanos del crimen, se dedicaron a desmantelar refacciones y partes automotrices. Cambiaron lo bueno por chatarra. Una operación de rapiña que ni el ladrón más torpe se atrevería a ejecutar con tanta impunidad.

Resulta increíble que vehículos destinados a servir a la comunidad, a protegernos y asegurar la operatividad del gobierno, hayan sido saqueados por quienes debían velar por su buen estado; lo que encontraron fue una grotesca simulación: motores, rines, llantas, asientos y piezas originales desaparecieron, sustituidos por partes viejas y desgastadas, todo ello para beneficio de unos cuantos. ¿Qué clase de compromiso con el pueblo es este? Ninguno. Solo deshonestidad pura y la descarada traición de quienes ven en el servicio público una oportunidad para llenarse los bolsillos.

El hallazgo no solo pone en evidencia el grado de putrefacción en el que manejaron las entrañas del taller municipal, sino también la falta de valores que caracterizó a estos desleales elementos de la administración pasada. Las patrullas que debían ser el símbolo de nuestra seguridad fueron desmanteladas. Los autos que debían garantizar el funcionamiento de las dependencias fueron convertidos en ruinas.

Ya es hora de que el peso de la ley caiga sobre los responsables de este saqueo, estamos enterados que las denuncias ante la Fiscalía por este hecho del “taller de la rapiña” están en camino, y más vale que las cabezas de los corruptos rueden, porque lo que hicieron no es solo un atentado contra los bienes materiales del municipio, sino un golpe directo a la confianza que los ciudadanos depositaron en sus autoridades.

En Bahía de Banderas, la corrupción se está desmontando pieza por pieza. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿Cuánto más faltará por descubrir? Va.

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