• Pocos políticos son los que respetan los principios juaristas y son menos los que los practican, como un comportamiento moral cotidiano en la sociedad y en la administración pública
Este 21 de marzo, se conmemora el 214 aniversario del natalicio de Benito Juárez García, quien en 1806 vio la luz del día en San Pablo Guelatao, Oaxaca, un pequeño pueblo con apenas 20 familias zapotecas; en 1831 fue electo Regidor del Ayuntamiento de Oaxaca y ya para 1833 fue elegido Diputado; en 1846 fue diputado federal y un año más tarde fue designado Gobernador de su Estado, cargo en el que permaneció hasta 1852.
En 1855 al ser Ministro de Justicia y ante el golpe de Estado de Ignacio Conmonfort al primer mandatario nacional Juan Álvarez, ocupó por Ley la Presidencia de la República hasta el día de su muerte en Palacio Nacional el 18 de julio de 1872; el 11 de mayo de 1867 fue declarado “Benemérito de las Américas” por el Congreso Nacional Dominicano y el 18 de abril de 1873, el Congreso de la Unión decretó declararlo Benemérito de la Patria, ordenando inscribir su nombre con letras de oro en el Salón de Sesiones.
Pero valga una reflexión a la doctrina Juarista a la que muchos políticos se dicen coincidir y hasta un cuadro de Juárez cuelgan en sus oficinas, pertenezcan al partido o a la religión que sea, al gobierno de cualquier color, presumen los postulados juaristas y se vanaglorian al decir que son devotos de su legado. Pero en muchos de los casos, visto está que lo hacen por pura conveniencia, porque pocos son los que respetan sus principios al pie de la letra y son menos los que los practican, como un comportamiento moral cotidiano en la sociedad y en la administración pública.
Si así fuera no estaríamos lamentándonos diariamente de lo que sucede debido a la corrupción, estuviéramos mejor si se hubieran invertido bien los miles de millones de pesos que se han robado nuestros gobernantes, que hoy salen a la luz gracias a que han cambiado las leyes en materia de control, auditoría y transparencia de los recursos públicos, que día a día se dan a conocer en los medios de comunicación y por el propio gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que trae una cruzada nacional contra los corruptos.
Y afirmo que algunos de nuestros políticos son simuladores, porque además de proclamarse juaristas, también van y se dan golpes de pecho a la Iglesia para buscar la santidad y el reino de los cielos, cuando igualmente lo menos que practican es el código moral de la doctrina cristiana sintetizado en el Decálogo de Moisés: no robarás, no matarás, no cometerás actos impuros, no darás falso testimonio ni mentiras, no codiciarás los bienes ajenos; que son estos mandamientos precisamente los más violados con alevosía y ventaja.
No pocos políticos hacen del engaño y la mentira una práctica política, cuando deberían de poner el ejemplo en la honestidad, rectitud y valores morales, al suponerse tienen una mayor preparación, educación y cultura, por eso llegaron a sus cargos, en contraparte nos damos cuenta que hacen todo lo contrario, vamos hacia la deshonestidad, al autoritarismo y el paternalismo, en donde no se distingue al débil, al anciano, al niño, a la mujer, al ignorante, al pobre, la ley de la selva o la política a la “Sancho Panza” en el ejercicio del poder.
Sancho Panza, es aquel personaje en la novela de Miguel Cervantes, Don Quijote de la Mancha, que en uno de sus episodios marca que el 20 de julio de 1614, desde su Castillo, le envía una carta a su amada Teresa, siendo Gobernador de la Ínsula Barataria: “No dirás de esto nada a nadie, porque pon lo tuyo en concejo, y unos dirán que es blanco y otros que es negro. De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mesmo deseo”.
El NO ROBARAS del decálogo de Moisés, en un principio iba dirigido a sociedades tribales (tribus), pero ahora cobra gran amplitud en nuestros días porque se extiende a los mismos gobernantes, que manejan sumas de dinero inimaginables para el común de los ciudadanos, porque es innegable que hay muchos modos de robar en la actualidad; desde los desproporcionados sueldos de los funcionarios públicos, hasta robarse el dinero destinado para el funcionamiento óptimo de una Universidad pública, de asignar obras con licitaciones amañadas y cobradas al Estado muy por encima de su valor, además de autorizar contratos leoninos en perjuicio de las finanzas públicas y créditos estratosféricos que después no pueden justificar.
«Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala» afirmó Benito Juárez en una de sus más célebres frases.
Lo cual quiere decir que al gobierno no se va a trabajar para enriquecerse con los sueldos, porque deberán de ser «medianeros», pero en México sucede que hasta en los municipios que sin recursos, los regidores y altos burócratas se sirven con la cuchara grande con salarios en donde ganan más que gerentes de alta empresa. Pero eso sí las frases del Señor Juárez gustan mucho de exhibirla en carteles en los muros de los edificios públicos; si no se llama cinismo a esto, cómo deberá llamársele.
El primer mandatario nacional Andrés Manuel López Obrador envió una iniciativa, para que ningún funcionario ganara más que el Presidente de la República, cosa que le han sacado la vuelta y se defienden con las uñas, muchos con Amparos, porque hasta los regidores de ranchos ganan los cien mil pesos mensuales por hacer casi nada.
Yo creo que si volviera el Señor Juárez y viera estos sueldos de miedo que se autoasignan desde los encargados de la llamada transparencia, pasando por diputados federales, locales, Senadores, Ministros, Jueces, Magistrados, consejeros, rectores, asesores, presidentes municipales y regidores de rancho, se volvería a morir, no precisamente de angina de pecho, sino de pura indignación y de vergüenza, al ver para lo que les ha servido la actual clase política mexicana, su incansable lucha por la Restauración de la República y sus Leyes de Reforma.
En el Gobierno hay muchas formas de robar, entonces ¿cuál respeto por la figura del Benemérito? Este 21 de marzo hay que conmemorar y celebrar el Aniversario de su natalicio, pero con hechos, practicando su legado, no con posturas demagógicas y simulaciones. Eso vale para todos, no sólo para los de dentro del gobierno, que no respetan el mandamiento cristiano del no robarás ni mentiras y el principio Juarista de “la honesta medianía” de los servidores públicos, que son fundamentales para la convivencia humana en el marco del Estado en sus tres niveles en su relación con los ciudadanos.
Finalmente, Benito Juárez, como Presidente de la República, elaboró la primera Ley reformista que lleva su nombre, la Ley Juárez, defendió la Constitución de 1857, proclamó las Leyes de Reforma y enfrentó con éxito la Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano de Hasburgo, preservando la soberanía e independencia de México. En 1867, tras el triunfo de la República, Juárez hace su entrada solemne a la Ciudad de México.
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