«Estoy sufriendo y seguiré sufriendo», dijo Marcelina, madre de Gladis Giovana, quien fue detenida por la muerte de Fátima. Consideró que su hija es víctima de Mario Alberto, quien la violentó en reiteradas ocasiones.
La mujer dijo que por cinco meses no supo de su hija hasta que vio en las noticias que eran buscados por las autoridades.
De acuerdo con lo que narró afuera del penal de Santa Martha Acatitla a donde acudió para ver a Giovana, Mario la amenazó varias veces con atentar contra sus hijos si no regresaba con él.
Volvió con él, hasta el desenlace de las agresiones con el secuestro y feminicidio de la niña Fátima Cecilia, de siete años. «[Mario Alberto] venía a buscar a Giovana para que le prestara a uno de los niños para llevarlo a pasear y a fin de cuentas se lo llevaba y ya no se lo regresaba; así es como él se aprovechaba para volver con ella.
«Le decía que si no regresaba ya no iba a ver a sus hijos o ya no iba a ver al niño al que se llevaba, [que] lo iba a encontrar de una manera muy triste», contó.
Explicó que, por más de tres años, la relación de Mario y Gladis Giovana fue de manipulación y agresiones contra la mujer.
Con mirada triste y sin permitir que su rostro fuera grabado por las cámaras de televisión, Marcelina recordó afuera del penal que un juez había decretado una orden de restricción para que Mario Alberto no tuviera contacto con su hija, pero no lo cumplió. «No hubo respeto para mi hija, las autoridades no la ayudaron», aseguró.
Dijo que no sólo fueron golpes, sino que también intentó quemarla, pues le arrojó gasolina, alcohol y hasta perfumes para después intentar prenderle fuego. «Hubo ocasiones en que me llevé a mi hija a mi casa, se la quité. Hubo tres ocasiones, esas tres ocasiones que yo se la quité fueron espantosas para ella porque iba golpeada, maltratada, iba moreteada del cuerpo», señaló.
Marcelina aseguró que la vida de casada de su hija fue muy triste y cruel, porque «la verdad fue una víctima más de tantas mujeres que han sufrido y que las han pisoteado».
En los intentos de Mario para quemar a Giovana incluso, dijo, estaban presentes sus hijos. Uno de ellos, el más grande, le dijo: «Abuelita mi papá iba a quemar a mi mamá, le echó perfume y le iba a prender con el encendedor y le dije que no, que no la quemara en varias ocasiones».
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