Están de moda los teóricos de la pequeña burguesía que tallan la bola de cristal para adivinar el futuro del país y afirman que habrá devaluación. En realidad es un viejo truco en la propaganda política reaccionaria, hacer una intrincada mezcolanza de datos económicos, para demostrar que habrá “devaluación”.
Pero hacia donde va México? Habrá devaluación?
Las devaluaciones en el país han ocurrido cuando se reducen casi a cero las reservas internacionales del Banco de México.
Los principales factores que reducen la acumulación de reservas son la fuga de capitales, también porque se importa más de lo que se exporta y, porque se reducen los ingresos de divisas por remesas, turismo, inversión extranjera y venta de petróleo.
También, cuando una economía tiene desequilibrios, es decir, que necesita importar insumos y mercancías para poder funcionar como: gasolinas, gas, plásticos, alimentos, maquinaria etc. Le suena familiar la canción? Efectivamente, México tiene una economía con desequilibrios muy peligrosos, cuanto más produce más importaciones realiza del exterior pero, también en tiempos de economía con poco crecimiento las importaciones son moderadas, como será en el 2020 y 2021, por lo que la demanda de dólares para las importaciones también será moderada.
Así, las devaluaciones en México han ocurrido cuando la economía mexicana ha registrado un ritmo de crecimiento muy acelerado en los años anteriores, que lleva a un agotamiento de las reservas internacionales y consecuentemente, a una devaluación y crisis.
Por ello es que el primer indicador que se debe revisar para saber si hay una devaluación próxima son las reservas internacionales del Banco de México, que ahora alcanzan más de 182 mil millones de dólares, suficientes para dar estabilidad al peso.
Los reaccionarios argumentan que el gasto desmedido del gobierno de Lopez Obrador llevará al país a la devaluación.
Pero la realidad es qué hay saldo favorable en el petróleo, turismo, remesas, inversión extranjera y entrada de capitales y, la economía mexicana tendrá en los próximos dos años un crecimiento moderado, menos del 2 por ciento anual, es decir, no hay condiciones para una devaluación por lo menos en el corto y mediano plazo.
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