De manera inopinada, José Sulaimán Chagnón llamaba por teléfono a su esposa y la prevenía. Llegaría con una multitud a comer. El número podía implicar una persona, en el mejor de los casos, o varias decenas de invitados. En su casa en la colonia Lindavista desfilaban personajes célebres, de la farándula, líderes políticos y empresarios, campeones en la cúspide, novatos anhelantes o gente humilde que necesitaba ayuda. Doña Martha Saldívar Morales, viuda de Sulaimán, se angustiaba por la premura y revisaba la alacena.
Las reuniones tumultuarias podían tener como propósito organizar alguna función de boxeo para apoyar una causa, como un día después de la explosión mortal en San Juan Ixhuatepec en 1984, o para apoyar a un grupo de novatos. Porque eso –dice doña Martha– representaba a su esposo, la amistad de todo tipo de personas, desde un lustrabotas conocido de antaño hasta un líder mundial.
Por esa razón, en el aniversario número cinco de su muerte, José Sulaimán Chagnón aún convoca esa variedad de personajes. Hombres vie-jos que lo recuerdan, los ex campeones que dicen que fue como un padre, jóvenes promesas del boxeo que no convivieron con él, pero que han escuchado de su generosidad, y su familia, todos reunidos en la antigua Basílica de Guadalupe para recordarlo.
Con información de «La Jornada»
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